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LA FANTASY MACHINE
De
Esta “Casa-teatrino” lleva más de dos años presentado su viejo repertorio de títeres, y varios meses sin un solo espectador. Sócrates desesperado por terminar su mala racha, se haya en la incomoda necesidad de recurrir a la esposa y a su hijo, para estrenar una obra para muñecos y actores sobre las hazañas de Guillermo Tell titulada: “La manzana de la discordia”. I. TEATRO EN FAMILIA (El espectáculo se ha retrasado. El público está impaciente, sólo alcanza a entrever la silueta de tres personas en el escenario, que sin percatarse de su presencia, discuten acaloradamente. De repente las luces se encienden, los actores quedan en evidencia y de golpe se aglutinan en una vergonzosa pose. El redoblante pregona la función, Pero los actores siguen estupefactos; Sócrates reacciona, e improvisa grandilocuentemente. Trata de mostrar el incidente como parte de la obra, los demás se suman rápidamente a la iniciativa, al verlo correr por el escenario revoloteando su capa). Sócrates: ¡ZAAAAAAAAAAAYYYFAAY! Soy Sócrates el titiritero. En ésta mi humilde casa que también es mi teatrino, se reúne de cuando en vez… ¡Doña Imaginación! Emplumada señora de vestidos rimbombantes… ¡Miss travesura! Intrépida y sagaz, cómplice de mil juegos…Y no podía faltar la más pinchada y piernipeluda de todas… ¡¡¡La Fantasía!!! (Un muñeco enorme cruza el escenario) Mis muñecos...Don Pepe Grillo, Caspiroleto y Titibú, se fueron de vacaciones; por eso queremos compartir Contigo…Contigo…Contigo y ¡Contigo! Una fabulosa historia representada por mi esposa…¡¡¡Reina!!! (Pausa) Por mi esposa ¡¡¡Reina!!! Voz de Reina: (Displicente) Ajá... Aquí estoy. Sócrates: Y nuestro querido hijo…¡¡¡Napoleón!!! Voz de Napoleón: (Incómodo) ¡Ay papi aquí estoy! Sócrates: Ellos representarán la famosa historia de Guillermo Tell; una originalísima versión para títeres y actores titulada: ¡¡¡La manzana de la discordia!!! (Acordes medievales y una densa neblina lo envuelve todo; Sócrates alternando su prologo épico con algunos versos de “Invocación de Juglaría” del Mío Cid). Sócrates: Por vosotros, los señores, Los que en castillo moráis Por vosotros, los burgueses, Los que vivís en ciudad, Por vosotros, pueblo llano, Hartos ya de trabajar, Por las mujeres y niños, Que rondan por el ferial... Voz de Reina: ¡Apúrese que yo estoy cansada Sócrates! Este disfraz pica mucho..... Napoleón: ¡ Para que se pone a echar tanta carreta¡ Sócrates: (a público) ¡Están que se actúan! Prosigamos entonces con nuestra historia... Por estos y por los otros, Por los de aquí y de allá, Vecinos y forasteros, Que vinisteis al lugar Sin distinción, para todos, Comienza aquí mi cantar El peregrino, el labriego, Recibían su favor, Sin nunca desconocer Ni retar su gran valor. Infalible con la flecha Valiente... ¡Gran timonel! El gran amigo del pueblo, Su nombre: Guillermo Tell. Fue el gobernante del pueblo Quien puso en duda su honor; Y a un nefasto desafío Le obligo el legislador. Convirtió a su propio hijo En blanco de puntería, Tornando su diestro tiro En macabra lotería. La cabeza del niño era, Pedestal de una manzana, La que de un solo disparo Traspasaría su cerbatana... Voz de Napoleón: (Interrumpiendo abruptamente) ¡Papá no era un cerbatana!… Aquí dice que era una ¡BA-LLES-TA! Sócrates: (Descompuesto) ¡Bueno, bueno Napoleón! ¿Cuál es el problema? Si cerbatana rima con manzana... Todo el mundo conoce la historia de Guillermo Tell....La gente sabe que fue una ballesta, eso es cuento viejo. ¡Quédense callados! Yo les aviso cuándo les toca… (Se percata del público y retoma el tono épico) No hagamos esperar más a los artistas ¡La función va a comenzar! Para viajar al infinito y mas allá... Pónganse las gafas de la fantasía... ¡Liberen su mente! Y prepárense para volar... ¡A volar... A volar... Y a volar! (sale.) (El espectáculo parece iniciar. Napoleón da saltitos alrededor del escenario, llevando un canasto y una caperuza roja. Sócrates detiene la función, regaña a Sócrates y lo retira discretamente. Se excusa con el público y repite con mal disimulada vergüenza las anteriores “indicaciones de vuelo”). II. LA MANZANA DE LA DISCORDIA (En el transcurso de la obra habrá dos cortes súbitos, en los cuales los personajes se confiesan a público) Redobles militares, Reina representando a Guillermo Tell y Napoleón a su hijo William, marchan exageradamente como queriendo tocarse la nariz con la punta de los pies. Además de vestir trajes de época, ella lleva gafas oscuras y él, un casco de ciclista; Guillermo acomoda constantemente su bigote postizo, William Tell toca el redoblante como un muñeco de cuerda. Napoleón lanza sus baquetas hace elegantes ademanes, las atrapa en el aire ágilmente, lanzan un grito e inician la “Exhibición de puntería”. Napoleón: La verdad, yo no quería estar aquí. ¡Ya estoy muy grande para esto! Mi papá cree que todavía soy un niño chiquito...Lo que el no sabe es que yo también… (Pausa) Yo también…Tengo una misión secreta. (Pausa) Pero es mi papá: Don Pirulino. Sócrates no ha dejado un solo instante de dar indicaciones; Reina exasperada se distancia de su personaje y ordena bruscamente a Napoleón que salga a preparar la siguiente escena. Guillermo Tell saca de su boca un pañuelo, lo manipula con gracia, y como si fuera un mago, lo va transformando en sus manos. Reina: ¿Que me guste esto de hacer de payasita? Más o menos. Igual, este es el trabajo de mi esposo. (Pausa) Cuanto extraño volver a mi trabajo de presentadora… ¡3...2...1 Al aire¡ Buenos días bienvenidos a su programa… (Pausa) “El show de mi marido: Don Gepeto”. Reina hace señas a Napoleón para su entrada antes de vendarse; lo hace con gran suspenso. Guillermo Tell espera…Espera…Y espera, hasta que Napoleón gracias al empujón de su padre, asoma al escenario disfrazado de gigantesca manzana. Reina mira de reojo, contiene su risa, prepara su infalible ballesta y le apunta. La temeraria manzana muerta de la vergüenza, se hace a un lado; hala la manga del vestido de su madre pero ella lo ignora. Napoleón al no conseguir su atención le quita la venda, tira la ballesta al piso y sale a correr. Sócrates entra a escena trata de excusarse con el público, hace un par de piruetas, pero ya nada funciona. La representación termina con la persecución de la manzana... En fin. IV. DIÓGENES DEL OCHO Sócrates: (Cantando) Nadie a mi lado está Otra vez solo estoy yo. No es suficiente mi sombra y eso para mi es lo peor… Del teatrino me voy Y mis muñecos se irán. Sin fantasía en el mundo Ellos no pueden vivir Sócrates: Napoleón tiene razón, ya no sirvo para nada. ¿Para qué venderle ilusiones a la gente? ¿Para qué sembrar fantasías? ¿Para qué tanto teatro? Por querer repararles los sueños a los demás olvide mi realidad. La única forma de no sufrir más es pensar en mi y nada más. Adiós teatro....Adiós Reina...Adiós Napoleón...Adiós “Cuchufleto”....Adiós “Titibú”... (Aparece un muñeco enorme) Titibú: No te vayas. Sócrates: ¿Porqué? (Pausa) ¿Porqué? (Pausa) ¿Porqué? Titibú: No se. Sócrates: Reina cree que soy un inútil y Napoleón ya no me quiere. Titibú: No te vayas. Sócrates: ¿Porqué Titibú? (Pausa) ¿Dime porqué? Titibú: No se. Sócrates: Adiós. Titibú: Yo también. Sócrates: ¿Yo también qué? Titibú: Yo también pensaré que eres un inútil y no te querré más si te vas. (Pausa) Sócrates: Esta bien me quedo. Titibú: Yo también. Sócrates: ¿Yo también qué? Titibú: Yo también me voy. Sócrates: Tú no te puedes ir. Titibú: ¿Por qué Sócrates? (Pausa) ¿Dime Porque? Sócrates: Porque eres un títere. Afuera no existes. Titibú: Tú tampoco. (Pausa) Sócrates: No te vayas Titibú. Titibú: ¿Por qué? Sócrates: Yo también pensaré que eres un inútil y no te querré más. Titibú: (llorando) Yo también. Sócrates: ¿Yo también qué? Titibú: Yo también me quedo. Sócrates: ¿Por qué piensas que me voy a quedar? Titibú: No se. Sócrates: Yo también. Titibú: ¿Yo también qué? Sócrates: Yo también me quedo. (El muñeco sale) Me quedo...Pero las cosas no van a ser igual. De ahora en adelante no tendré necesidad de nada ni de nadie viviré en un barril.
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